I Ching y destino ineludible

En el título hay una pregunta implícita, para responder esta pregunta es necesario comprender cómo trabaja el I Ching.
Cuando tiramos las monedas o manipulamos los tallos de milenrama estamos "capturando" la cualidad del momento que estamos viviendo. Como si lanzáramos una red para atrapar peces.

Precisamente así

Este momento que vivimos ahora no está separado del antes y el después, se vincula al resto como un todo y responde a reglas fijas que son las de nuestro destino. Y nuestro destino no es algo separado del destino del resto del mundo.
El I Ching, aunque considera al destino como algo trazado de antemano porque parece que no elegimos las circunstancias de nuestro nacimiento, también considera que frente al destino ineludible tenemos la opción de encontrar aquella vía de acción que convierte al destino en algo con significado personal. Donde nosotros, reconociendo y aceptando el destino, tenemos elección.

Es cuando decimos, al reconocerlo y aceptarlo, "está bien, esto es lo que hay; pero, ¿y qué hago yo ahora con ésto?"
Esta es la diferencia entre ser víctima y tener dominio.
Si intentamos eludirlo, como cuando nos victimizamos, se vuelve a presentar, hasta que al fin comprendemos que tenemos que enfrentarlo y aprovecharlo. Entender que lo que se presenta en nuestra vida, por más duro que sea, se supera y se aprovecha cuando lo  atravesamos y no cuando lo eludimos.
Acá es donde falla la teoría psicoanalítica clásica, esa que busca y busca en las causas y victimiza y resigna y adapta sin preguntar por el significado.
Eso que se presenta como ineludible, y que no quiero ver, es una oportunidad.
Cada decisión que tomamos abre nuevas decisiones como un camino que se bifurca, y otra vez se bifurca, y así a lo largo de nuestra vida.
En todo caso lo que es el destino es justamente el encuentro con el camino particular que es el nuestro como individuos únicos interactuando con el mundo.
No olvidemos que nuestro destino está entrelazado al de todos aquellos con los cuales nos vinculamos, y en última instancia es el destino común de la humanidad y del planeta. Si nos quedamos en el pequeño yo se nos escapa la gran profundidad del significado.

Siempre que recurrimos al I Ching o a cualquier otro medio adivinatorio es porque estamos en un momento de crisis, es decir, un momento de decisiones cruciales. Crucial significa que estamos en un cruce de caminos y que debemos decidir cuál tomar.
No se puede volver sobre los pasos más que con la memoria, y es peligroso caer en la trampa de la memoria estéril.
Para atrás se va, pero para aprender, es el libro de tu vida. Cada vez que relees un capítulo encuentras nuevas cosas que aprender que te habían pasado desapercibidas. Es un libro que se hace más significativo con el correr de los años y las revisiones. Al final encuentras un patrón que se reitera y un significado.
Ése es el significado de tu vida, y el patrón es lo que sos más allá de todo convencionalismo.

Si algo te duele aún del pasado es porque no lo has comprendido, porque has eludido confrontarlo y por eso se presenta como doloroso una y otra vez. No lo quieres reconocer y aceptar, lo niegas.
Hay algo que no has comprendido de ese pasado, y es el significado.

Y acá es necesario comprender algo más, el tiempo de la crisis es un tiempo radical. Se vincula a nuestras raíces, cuando tenemos que recurrir a nuestra interioridad, a aquello que somos más allá de cualquier circunstancia. Incluso más allá de nuestra persona, porque en realidad lo que hacemos es intentar averiguar quienes somos más allá de la apariencia social, de el deber ser y de las conductas implantadas en la niñez.

Esa es la libertad posible de frente al destino, y es en ese sentido que el I Ching -y la adivinación en general- es un instrumento de liberación de las fuerzas inconscientes y las sociales que nos atrapan, nos encierran, y limitan nuestras vidas.