Cuando se trata del trabajo interior de refinar el potencial propio, nada como este par.
Es un bucear en las profundidades de uno mismo para encontrar lo que es auténtico, lo que es uno mismo, lo que uno puede crear, lo que uno puede aportar, aquello para lo cual uno está dotado y puede ser explotado como quien explota una mina de oro.
El hexagrama 25, La Inocencia, es el origen de nuestra personal creatividad, aquello que nos hace a semejanza de los dioses.
Qué se puede oponer a esto, dónde puede estar la desgracia que el hexagrama 25 nos anuncia como probable? Lo único que se puede oponer es uno mismo, por miedo a las consecuencias.
Porque ser a semejanza de los dioses no es bien visto por muchos de nuestros mayores y nuestros pares que esperan de uno que no saque el pie del plato y se conforme con lo mismo de siempre. Con lo que es la norma, con lo que es socialmente aceptado y está reglado. Con lo que es aceptable para ser como los demás. Es decir, eso que no contradice al espíritu del rebaño.
Sin embargo, el dictamen de La Inocencia nos asegura elevado éxito propicio por la perseverancia y nos advierte de apartarnos de ese camino con un comportamiento tortuoso. Ese comportamiento tortuoso en el que somos adiestrados por las instituciones de la propia cultura, cualquiera que sea ella.
Porque no existe cultura en el mundo humano actual que no le adiestre a uno para el comportamiento tortuoso. Y requiere de cada uno de nosotros un esfuerzo de consciencia y voluntad el desembarazarse de ese adiestramiento y resistirlo cuando le invade.
Sin La Inocencia no existiría avance alguno para la humanidad, aún estaríamos en las cavernas sin siquiera aprovechar el poder del fuego. Por otra parte, ser a semejanza de los dioses es una tremenda responsabilidad, ya que somos responsables de las consecuencias de nuestras creaciones.
Y acá es donde entra a jugar la cuestión de la fe en la vida. Porque este no es un planeta cualquiera, como hay por billones en la galaxia. Esta es una roca colonizada por la vida, vida que es reproducción nacimiento y muerte, vida que se alimenta de sí misma.
Que se autogestiona por mecanismos que conocemos y aún hay un enorme misterio atrás. El misterio de la vida. De lo indiferenciado a lo diferenciado, del caos regular y monótono de la roca a la enorme diversidad de seres vivos que colonizan esta roca.
Somos uno más y, quiénes somos para decir que estamos acá para incumplir con el experimento de la vida haciendo consciencia de sí misma?. No sabemos qué es la vida, solo sabemos cómo se manifiesta. Somos una de sus manifestaciones y estamos para ser lo que somos, con todas sus consecuencias.
Por eso digo que el hexagrama 25 nos enfrenta con la medida de nuestra fe en la vida. No la cosa pequeñita, miserable y limitada de nuestra propia y personal vida. La misteriosa Vida. Esa fe que nos lanza a vivir sin dobleces ni subterfugios lo que sea que se presente a vivir, es el hexagrama 25.
La secuencia 25-26 nos resulta asombrosa si nos pasa por alto el significado que damos a la palabra inocencia. Suponemos que se refiere a la ausencia de consciencia del peligro, a la falta de experiencia e incluso a la estupidez o minusvalía. No es ese significado el que se muestra acá, acá se refiere a la ausencia de doblez, a la entereza del carácter y a la rectitud de pensamiento, palabra y acto.
El 26, La Fuerza Domesticadora de lo Grande, es esa fuerza que crea trascendencia, que se vale del tiempo y la perseverancia para crearla, que no se aparta de su camino recto y cumple su intención.
Puede ser que se detenga a acumular fuerza, a ejercitar el dominio de alguna experticia o a esperar una oportunidad, como manifiestan sus tres líneas yang del trigrama inferior. Pero siempre se manifestará y dejará su marca, visible como la montaña del trigrama superior. Una montaña en el cielo no es algo que se pueda obviar.
La secuencia 25-26 manifiesta: Cuando hay inocencia, se puede domesticar. Por eso sigue ahora La Fuerza Domesticadora de lo Grande,
Lo que muestra la imagen del 26, esa montaña en el cielo, no es algo que no se ve pero está y causa efecto, como la montaña bajo tierra del hexagrama 15, La Modestia. Ni algo que se pueda desgastar, como la montaña sobre la tierra del hexagrama 23, que está sometida a la erosión del clima y el tiempo.
Es algo que trasciende a su tiempo, que perdura. Y todo lo que perdura solo lo hace si cambia adaptándose a las circunstancias y necesidades cambiantes con innovaciones, como nos enseña el hexagrama 32, La Duración. Lo que nos dice que esa montaña en el cielo no es una creación individual, es colectiva, que su masa se acumuló a lo largo de milenios, como en el I Ching o en el corpus de una ciencia.
Cuando recibimos el 26 en una consulta, de alguna manera se está aportando con creatividad personal de hexagrama 25 a una creación colectiva de hexagrama 26. Porque la secuencia es la misma siempre.
Cuando hay inocencia, se puede domesticar.
De igual manera, cuando recibimos el hexagrama 25, tengamos en mente que la secuencia desde el 24 nos dice, al volverse atrás, uno se encuentra libre de culpa.
Volverse atrás, al estado original, a lo auténtico que está en uno mismo. Lo que subyace por abajo o atrás de cualquier condicionamiento posterior.. Con lo que todo escrúpulo al respecto de los actos y creaciones inspirados en La Inocencia, como el I Ching la entiende, se pueden descartar.
Volverse atrás con facilidad es un gran trabajo que se logra con una permanente constancia a lo largo de toda una vida. Lo cual explica la imagen del Tarot Osho Zen
Que los de afuera hagan y deshagan como puedan y quieran, uno se atiene a ser quien es y a actuar en consecuencia de ello. La desgracia que llega de afuera es una posibilidad para cualquiera, sea recto o sea torcido. Que cada uno haga su elección en el ejercicio de su libertad personal.
Comentarios
Querida Marta, que hermosa y conmovedora reflexión. Siempre te leo aunque hasta ahora nunca te escribí por acá. Tu pensamiento lúcido y tus lecturas del I Ching a lo largo de estos años me han ayudado a aclarar tantas cosas y me han animado a desarrollar también mi propio pensamiento. Te agradezco de corazón. Fatima