Se trata de la pareja que forman La Desazón y El Pozo de Agua que son reflejos invertidos uno del otro.
Acudimos a consultar una mancia porque tenemos preguntas sin respuesta. Preguntas que nadie puede contestar, respuestas que no están en los libros y que nos atañen personalmente. Siempre la pregunta se ha gestado en nuestro interior, aunque las escribamos en un cuaderno.
Cuando realizamos el método de consulta, la respuesta también sale de nuestro interior. Es vehiculizada por nuestras manos que manipulan las cartas, las runas, las monedas, los tallos o el botón de la computadora.
Esa imagen, la nuestra consultando una mancia, está en el hexagrama 18, El Trabajo en lo Echado a Perder. El trigrama superior Montaña, las manos, está en la acción afuera a la vista y, adentro, en el pensamiento, está el mismo árbol de El Pozo. Estamos mezclando las cartas o sacudiendo las runas o monedas y lanzando. Trabajamos en lo echado a perder.
En este hexagrama, específicamente, trabajamos con el árbol familiar y sus asuntos, ése árbol es el que está abajo en el signo 18. Pero es la manera en que casi todos empezamos a usar mancias, para nuestros asuntos personales íntimos.
Un árbol familiar se extiende a la comunidad de vida de nuestros ancestros y nuestros descendientes y entonces terminamos abarcando cuestiones sociales, culturales y ambientales del pasado, del presente y del futuro. Esas que nos explican cómo fue que las cosas se torcieron, se ocultaron, se naturalizaron como si fuesen naturales, siendo que son culturales. Todas esas cosas que parecen muertas pero no lo están, porque siguen afectando a nuestras vidas ahora. Cosas que hay que arreglar para cuidar a nuestros nietos, para que mi nieta no repita sin saber la historia de mi abuela. Para que, si la repite, sepa que la está repitiendo. Es un trabajo enorme que vale la pena encarar, limpiar la casa es una tarea sagrada.
Hexagrama 18, El trabajo en lo echado a perder; las manos usando una escoba en el templo de los antepasados misteriosamente cerrado con llave. |
En el Pozo de Agua se habla de la subida de la respuesta. El hexagrama anterior, su pareja yang, el signo 47, La Desazón, habla de cómo se gesta la pregunta en nuestro interior.
La desazón sucede porque algo no está funcionando bien en nuestra vida, hay algo muy equivocado en ella; las decepciones que sufrimos una y otra vez no provienen del exterior, son nuestras. Nada más personal que una decepción.
Hexagrama 47, La Desazón, La Decepción, afuera Lo Sereno, adentro El Abismo. |
Imaginamos un mundo que no existe, somos poco realistas o vivimos en las nubes mirando sin ver lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Es que no sabemos leer los signos de los tiempos que estamos viviendo, ni a las personas que nos rodean ni a nosotros mismos. No estamos en el ahora, estamos en una situación imaginaria viviendo una vida imaginaria y la decepción es inevitable.
En La Desazón está el trigrama de la alegría y el contento afuera, a la vista de todos. Parece que no tenemos más nada que pedirle a la vida, que hemos satisfecho todos nuestros deseos manifiestos. Adentro el trigrama de sentirse caer en un abismo de decepción, querer desaparecer de esa vida que no nos contenta interiormente.
Esta es la comprensión del hexagrama 47, La Desazón. La conclusión lógica de esa reflexión en el 47 son preguntas y ésta pregunta en particular: ¿Será que no es solo esto, mi más reciente decepción, lo que funciona mal en mi visión del mundo que me rodea y en la idea que tengo formada sobre mí mismo y mis vínculos?
Ese es el estímulo de La Desazón para entrar a hacerse muchas preguntas. Las preguntas se amontonan en el signo 48, El Pozo de Agua, allí buscan respuesta. Es difícil entrar a El Pozo por respuestas sin el auxilio de una mancia que nos permita tomar distancia para ver.
Si el pozo está en funcionamiento y no abandonado, porque preferimos no hacernos preguntas y hacer de cuenta que eso es normal, iremos a El Pozo.
La decepción como forma de vida es un síntoma de enfermedad social normalizada como normal. Nos educan para que toleremos la decepción en lugar de educarnos para que la erradiquemos de nuestras vidas. No somos sinceros con nosotros mismos.
Cuando usamos una mancia que conocemos bien para hacer estas preguntas que se gestan en el signo 47 y buscan respuesta en el 48, las respuestas salen por El Pozo de Agua. Salen porque pueden ser comprendidas, porque conocemos el lenguaje de esa mancia, es decir, leemos y hablamos su idioma. Aprender a leer y hablar el idioma de una mancia es cavar nuestro propio pozo, con una buena cuerda, con un cazo sano, que nos permita llevar el agua desde la primera hasta la quinta y sexta líneas del signo 48.
Hexagrama 48, El Pozo de Agua. Un bosque sano transpirando al salir el sol. |
Así describe esta pareja de signos cómo fue que llegamos a usar una mancia. Cada línea de los dos hexagramas nos habla de cómo fue que nos convertimos en lectores y hablantes del idioma de esa mancia, esa que conocemos tan bien y nos facilita crecer sanos. Algo que hay que agradecer a La Desazón, el signo 47 yang, que estimula al signo 48, yin, a cavar el Pozo en busca de respuestas. Nuestro propio y personal Pozo de Agua, cavar hasta que el agua salga limpia y clara.
La tarea de cavar la hacen las raíces de árbol abajo, la subida también es trabajo del árbol. El agua se acumula en la cuarta línea que es la boca del trigrama nuclear inferior Lago, donde el agua se empantana y brilla al sol del nuclear superior Fuego; las hojas transpirando y el sol que la evapora. La quinta línea central de Agua arriba es el que conoce el idioma y lo puede decir, si es que le preguntan. Tal vez esté en condiciones de ir subiendo eso de alguna manera hasta la sexta, donde todos lo puedan usar.
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